¡Hola, bienvenidos a La niña! Soy Almudena Évora Gala, La niña.
Así me llamaban siempre mis abuelos, dos de las personas más importantes de mi vida y de las que no hay día que no me acuerde y eche de menos. Cuando tuve que elegir el nombre para esta idea loca que rondaba mi cabeza, lo tenía claro, se iba a llamar La niña y el resto de las cosas que tenía que decidir… ¡ya veríamos!
Siempre digo que fue una decisión totalmente emocional y que quizás desde el punto de vista de negocio, de marketing, no fue la más acertada porque son muchas las veces que me toca explicar que no vendemos ropa de niños ni cosas solo para niñas, que La niña era yo, y ahora, somos mi equipo y yo, sin el que nada sería posible. Pero no cambiaría el nombre, creo que lo volvería a elegir, porque al final la pasión de la que surgió esta idea es la que hoy en día sigue moviéndome para que La niña siga creciendo y mejorando cada día.

La papelería bonita es algo que me gusta desde que tengo uso de razón, pero hasta hace no mucho no era sino una afición, ni por asomo podía imaginar que se convertiría en lo que es hoy La niña. A finales de 2013 hice un viaje inesperado a Seúl, Corea, con una amiga, Bea, que tenía una papelería en Madrid y, ella y el viaje, me reconectaron con mi pasión por la papelería, lo que, a su vez, hizo que pensara “estas monerías deberían llegar a Tenerife”. Llamé a Bea, otra amiga, diseñadora gráfica, le dije lo que tenía en mente y ella creó el logo que tenemos hoy en día; nacía La niña. Abrí una página de Facebook y contacté con un mercadillo que hacían en Santa Cruz de Tenerife, Le Pettite Cirque, para poder tener un punto de venta esa Navidad. Yo por aquel entonces trabajaba en Madrid en una multinacional, en un sector muy alejado de todo esto, en la que mi desarrollo profesional empezaba a despegar, así que todo empezó como un hobby, sin ninguna pretensión.

Pasaron los meses, llegó el verano de 2014, y La niña cada vez tenía más seguidores, era hora de tomar una decisión, otra idea loca. El 2 de octubre de 2014 abría en Santa Cruz la primera tienda de La niña. Yo seguía con mi trabajo “oficial” en Madrid, compaginar las dos cosas supusieron infinitas horas de trabajo, que durante mucho tiempo los viernes saliera pitando al aeropuerto rumbo a Tenerife, mis padres haciendo lo que yo no podía en la distancia, que todo mi tiempo libre lo dedicara a La niña. Lo recuerdo con alegría, desde fuera no tenía ningún sentido el esfuerzo, pero a mí me merecía la pena, no todo era bonito, pero me hacía feliz. Descubrí lo que me apasiona encontrar nuevas marcas, nuevos productos y poder compartirlos con personas que los aprecien tanto o más que yo, así como las conversaciones con quiénes se acercaban a conocer La niña. Hoy en día sigo sintiendo lo mismo.

Pasaron los años, y seguía compaginando La niña en Tenerife con mi vida en Madrid. Llegó 2019, año en el que profesionalmente me pasaron muchas cosas que me hicieron replantearme todo y hacer grandes cambios en mi vida. La niña pasaba a ser mi prioridad, mi única ocupación, mi gran apuesta, mi gran locura; iba a abrir una tienda en el centro de Madrid. En diciembre de ese año encontré el local de mis sueños, qué digo, yo buscaba algo más modesto, pero no podía dejar ese local, era precioso. Llamé a Laura, amiga del colegio y gran arquitecta para empezar a diseñar cómo sería la tienda. Las obras acabaron a principios de marzo 2020, la inauguración de la nueva tienda iba a ser justo cuando la pandemia cambió todo y nos confinaron. Al final abrí la tienda en mayo y, no han sido comienzos fáciles pero la ilusión con la que nació La niña sigue siendo la misma.

En paralelo a las dos tiendas siempre ha estado la idea de la web. Ha sido un camino muy largo el poder llegar aquí hoy, tenía claro que quería una web que ofreciera el mismo servicio para Canarias que para el Resto de España, eso, y la gran rotación de producto que tenemos, ha supuesto mucho esfuerzo, pero ¡aquí está! Esto me hace infinitamente feliz y quiero agradecer a todos los que la estaban esperando y mientras nos hacían pedidos por las redes, confiando en La niña. A todos, a esos primeros clientes online, y por supuesto a los que nos visitan en las dos tiendas físicas, ¡gracias! Sin su apoyo yo hoy no estaría escribiendo estas líneas.

Espero que a través de esta web les pueda transmitir lo que siempre ha sido La niña para mí, el gusto por la papelería, cosas bonitas y la ilusión y pasión de un proyecto muy personal.